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EXTRAORDINARIA Y BREVE HISTORIA DE LAS PIEDRAS

 HUÉSPEDES MUDOS DE LAS ENTRAÑAS DE LA TIERRA

Que a una buena parte de la prehistoria, más de dos millones de años, hayamos dado en llamarla Edad de Piedra, pone de manifiesto la estrecha relación instrumental que los hombres y estas, han mantenido ininterrumpidamente desde tiempo inmemorial. Hace ya más de mil millones de años, antes de que este planeta pudiera acoger cualquier forma de vida conocida, enormes masas de granito y mármol se habían adueñado, para entonces, de extensas áreas de la corteza terrestre. En un proceso tenaz de lenta y gradual cimentación geológica, llevado acabo, como resultado de la sedimentación, los metamorfismo y la meteorización de sus componentes moleculares primigenios, los mismos que habrían de dar lugar a las formas definitivas de su, hasta entonces, inestable materialidad. La datación lapídea más antigua de la que se puede dar cuenta, obtenida por tomografía atómica, pertenece a un mineral de zircón del oeste de Australia con una antigüedad estimada en cuatro mil trescientos millones de años.



  
Todavía tendrían que aguardar pacientemente, confinadas a la suerte que reserva en las piedras su condición mineral, otros cuatro mil millones de años más como "convidadas de piedra". Los emergentes procesos evolutivos que habrían de tener lugar, de aquí, en adelante: eclosión de las formas de vida más elementales, los primeros peces, aparición y extinción de los dinosaurios y el errático vuelo inaugural de las primeras aves. Todo ello, ocurrido mucho tiempo antes de que tuviera lugar el providencial y feliz encuentro con los primeros hombres -Hititas, en la península de Anatolia, c.a 1600 a.C.-,  técnicamente capaces de acometer los desafíos artísticos y constructivos que derivan de la explotación y manipulación de sus excepcionales cualidades prácticas y ornamentales.




Desde nuestra modesta ocupación como pulidores de suelos, podemos acertar a percibir el eco milmillonario que habita en el remoto tiempo que trazan la mágica y legendaria historia de estas piedras, sobre cuyo sustento inerte se alzarán templos, catedrales, palacios y mausoleos, como refrendo del poder y el impulso civilizador encarnado en las expertas manos de consumados artistas que supieron, a una vez, rescatar y fascinar las formas que acabarían por desvelar el alma misma de las piedras. Todo ello, hace reconocernos en el orgullo de pertenecer a una milenaria tradición que durante siglos a trascendido y seducido el ingenio constructor de los hombres en todo tiempo y lugar.

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